USTEDES

Estaban todos sentados. Todos brindaban, todos conversaban. La mesa no era tan cómoda, era más bien alta, redonda, madera gastada, pata chueca, cuidado un movimiento o las botellas (trofeos de una noche destinada a terminar en poca memoria) iban a dar al suelo revolviendo vidrio con canción. Yo a todos ustedes los sigo viendo ahí, basta invocar la levadura y la malta. No tienen idea de la falta que me hacen todos en una noche como esta. Me llené de nuevos amigos en los nuevos años y aún así los sigo escuchando a ustedes, brindando, cantando, avanzando como avanzo yo. Es por ustedes que muchos días me devuelvo y me pierdo en una adicción: el pasado. Veo fotos de ustedes y como les ha ido, todos sonríen y sonrién en serio, se abrazan con nueva gente, en nuevos lugares y yo acá viéndolos y deslizando por mi garganta esa espuma que me hace creer que vuelvo a ser yo el del abrazo, el que da el brindis. El que invita a la última ronda.
Hay momentos como este momento, en que estoy seguro que la vida arrebata vida y arrebata gente.

Zunga