sábado, 12 de junio de 2010

El hermoso poder de la costumbre

Adam Smith (1723-1790) decía algo como que "en realidad, la atracción o el afecto no son más que simpatía de la costumbre."

Más claro no pudo decirlo. La costumbre forja lazos que no se ven, incluso no se notan, pero uno espera que nunca se rompan. Querer mucho a mi gente se me hizo costumbre, decirlo poco lamentablemente también. Quiero mucho a muchos. A unos más y a otros también. Por costumbre aprendí a querer a los de mi sangre, luego a los amigos y luego a las mujeres.

La misma costumbre me tenía otra sorpresa, otra gente. Hoy tuvo que pasar algo para saber, entender y agradecer que sin mayor esfuerzo quiera a otros que ni sabía que podía querer y que la ausencia de uno es el dolor de muchos.

El horario y la rutina, la costumbre de decir buenos días a tantos. El abrazo, el almuerzo, los sueños compartidos, el baile, el proyecto, la campaña, la madrugada, el brindis y la vieja costumbre del consejo ¡Como putas no acostumbrarme a quererlos!

Estos 4 años por una hermosa costumbre no trabajo con compañeros, trabajo con amigos y ¡puta! a un amigo uno lo quiere, a un amigo uno lo extraña, a un amigo uno lo llora y a un amigo uno nunca lo olvida.

¡Salud viejito!

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