Siempre creí que el asunto de las presas no se iba a acabar con la restricción vehicular, el problema va más allá de eso: mala infraestructura vial, educación al volante y exceso, mucho exceso de carros en el país, entre otras causas, por si solas son más fuertes que una medida como la que hasta hace poco aplicaba.
La restricción vehicular atenuaba el problema, no lo eliminaba y creo que eso todos lo tenemos claro.
Lo que si me parecía importante era saber que por lo menos 25 mil carros diarios no estaban tirando humo y desperdicios al ambiente. Ahí estaba el valor más grande que yo le veía a la restricción. Todos nos acostumbramos a ingeniárnoslas por un día a la semana, como ir a trabajar, a la u y llegar a casa. No tengo a nadie a mano que me diga que perdió su trabajo por la restricción, aprendimos a irnos en carros colectivos, a negociar horas de llegada, horas de salida, POR UN DÍA A LA SEMANA.
Podemos seguir así, no necesitamos de una Sala IV para saber lo que es correcto, no ocupamos de un recurso para seguir ayudando a respirar este planeta. Necesitamos conciencia y ganas de hacer cosas y esfuerzos para ayudar a tener un medio ambiente más sano.
Mi chuzo, su chuzo, el chuzo, con extras, sin extras igual escupe humo, igual produce ruido, igual nos llenan los pulmones de mierda todos los días... menos uno.
Un día a la semana, no cuesta nada, pensémoslo.