Tenía tiempo de no saber de ella ni de ella, en algún momento ambas llegaron a ser mis “hits” de temporada, bandera melodiosa de una de vida de buen sexo, vicios y algo o mucho de amor. Años habían pasado y ya sobre ellas pesaban otras anécdotas que me regalaron los otros años.
Hasta que me la volví a topar a una que irremediablemente me traía a la mente a la otra, En esa vieja rocola setentona esquineada cerca de los baños, en un bar de pueblo allá por la frontera sur, me vine a topar con esa vieja canción. Andaba con una novia nueva... es que nos entró la vara de juntarnos y como dicen que por estos lados son más baratas las varas de la choza (eso me aseguró el roco que me vendió el par de tiquetes de la excursión), nos vinimos de “Honey Sale Moon”.
La cosa es que ahí frente a mis ojos estaban esas 3 palabras que juntas se volvían canción. Sabía que podía toparme en esos 4 minutos de voz y son. Por un instante dudé, pero bueno, a veces la nostalgia gusta de colarse en cualquier situación. Par de monedas de teja y vamonos... Comenzó a sonar e inundar de pasado el salón.
Yo para hacerme el romántico, la abrazo mientras escucho, la beso mientras escucho, Es mi canción, no la de ella, no la de los dos, es mi canción y la de alguien más que ella no conoce e ignora mientras tarareo el coro a viva voz.
Es esa canción que dibuja en mi rostro el disfraz que me deja recordar a un viejo amor. La abrazo más fuerte y escucho, la beso más intenso aún y no sospecha de mis pensamientos.
Entre estrofa y estrofa, disfruto con la complicidad que me prestaron 2 tejas y un cajón.
Discreta y fiel avanza la letra, entre recuerdo, cabanga vieja y alcohol. Otra ronda, le digo al mesero, mientras la tomo de la cintura y la invito a bailar en medio del salón.
Me mira directo a los ojos y sonríe. Bailamos cuerpo con cuerpo, para entre brindis y música calentarnos los dos. Le canto al oído, ella dice que le parece una linda canción. Vuelve a sonreír. La beso y escucho, me besa y escucha, llega a su fin el baile.
Me pide un par de monedas, camina hacia la rocola, las echa y empieza a sonar otra canción. Puedo ver claramente su expresión. ¡Mierda! ahora la del dibujo en el rostro es ella y a quién le cantan al oído soy yo.
ZunGa
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4 comentarios:
jaja buenísimo... Es que hasta q le brillan los ojos a uno con esos recuerdos auditivos...
me encanta me encanta... como siempre... me encanta!!! me senti identificada!!!
Muy bueno, veridico, pero lo mas ironico es que para ella esa se vuelve "nuestra cancion".
jajajaja! un 10 como siempre, me encanto
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